viernes, 12 de abril de 2013

El secreto de la felicidad.



¿Dónde esta el secreto de la felicidad? ¿Tal vez, en tener libertad para tomar tus decisiones? Pero decides tú, o eres solo tú y tus circunstancias. Pudiendo más las circunstancias que tú mismo. Alguna gente cree, que la felicidad esta en acaparar cosas, dinero, tierras, coches, casas y todo aquello que se pueda comprar. Pero hay cosas que no se pueden comprar. No se puede comprar el olor a pan recién hecho, ni tiene precio el sabor que deja en tu alma las vivencias que tienes. Pero hasta estas vivencias son inducidas. Inducidas por la tierra donde naciste, la gente que conociste mientras crecías y las vivencias tanto malas y buenas, y donde siempre ha habido algo que no eras tú.
Entonces, el secreto de la felicidad… ¿Esta dentro de ti o depende de los demás? Decidas lo que decidas, al final no será del todo real. Ya que el secreto de la vida, es insoldable. ¿Quiénes somos? ¿De donde venimos? ¿A dónde vamos? Preguntas sin respuestas, que a lo mejor, no necesitan ser contestadas. Solo debes dejarte llevar, a lo mejor así, consigues décimas de felicidad.
Pero todo esto es un preámbulo, para lo que realmente quiero hablar. Quiero hablar de Pepe, un tipo de lo más normal. Pepe había nacido en una tierra, donde se olía a pan recién hecho, donde se valoraba la palabra libertad. Donde el sabor de las cosas no se había perdido. Donde valía más un plato de lentejas calentitas, que el más lujoso yate en el puerto de una gran ciudad. Allí nadie tenía secretos, porque nada había que ocultar. Hablaban de la labranza, de los aperos que habría que preparar, para ganarse el jornal día a día. Era todo muy simple, y a lo mejor, en esta simpleza, esta el secreto de Pepe, la felicidad.
Pero llego un día en que en la mente de Pepe, entraron nuevas ideas. Ya no quería su tierra, se quería largar. Pensaba que no era libre, entre esas cuatro casuchas, sin saber muy bien que era la libertad. Así que tras mucho pensarlo, dejo su tierra. Se marcho, dejo todo atrás.
Pasaron los días, los meses, los años, nadie sabe a ciencia cierta cuanto tiempo pasó. Y Pepe seguía encerrado, entre cuatro paredes. No había encontrado la libertad. Vivía encerrado en una jaula de oro. Haciendo cosas que nunca hubiera podido imaginar. De muchas de ellas se lamentaban, y tenia secretos que debía guardar. Era mucho menos libre que antes, aunque tuviera mil y una comodidades. Se sentía triste, solo, le volvía a llamar a gritos el poder tener libertad.
Así que volvió a su tierra, en busca del sabor del pan recién hecho. Dejo atrás los olores urbanos, la contaminación, la comodidad. Aunque era algo tan bonito, que a Pepe le costo ver que era irreal. Cuando llego no contó sus secretos a nadie. De todas esas cosas que había hecho en la ciudad. Se perdió en su universo de antes, y de él ya no se supo nada más.